Se desploman los mercados de Control por alza en la Confianza
Desde la medicina transformativa una crisis es un proceso profundo de actualización y requiere de atención de la misma manera que un episodio post-traumático. Se trata de generar nuevas formas para las nuevas necesidades que surjan.
6/27/20234 min read
Cuando tenía unos 25 años comencé a notar que ya no podía estar en ambientes sociales como discoteas y antros. Primero podía estar en ese ambiente por largas horas, luego mi tolerancia al ruido, el humo, el ambiente en general, comenzó a menguar a unas dos horas, luego se redujo tanto que dejó de tener sentido ir ya que ni siquiera sentía deseo de entrar a ningún bar o antro como le dicen en México. Pero claro se dio un vacío en cuanto a la pérdida de ese espacio de dispersión y socialización. Hace no mucho lo mismo noté en tiendas comerciales como Oxxo, 7 Eleven, incluso en las cadenas de supermercados donde solía abastecerme de víveres. ¿Qué es comida de todo esto? Me preguntaba. Me paseaba buscando algo... No sabía bien qué quería pero mi cuerpo no me daba respuesta alguna, ningún impulso emocional de consumir nada de lo ofrecido. De alguna manera sentí el mismo vacío al no obtener respuestas para todo ese tonelaje de estímulos.
Desde la medicina transformativa una crisis es un proceso profundo de actualización y requiere de atención de la misma manera que un episodio post-traumático. Se trata de generar nuevas formas para las nuevas necesidades que surjan.
Saliendo del ámbito clínico por cierto, ¿para quién son las microdosis? ¿Qué curan? ¿Para qué sirven?
Con el cambio de Era, se cambiaron los fundamentos psíquicos de la realidad. Por esto, la realidad que fue sostenida en la era anterior y sus formas van cayendo en desuso y nuevas van surgiendo.
Sin embargo los paradigmas previos dejaron programas raíz en la psique colectiva. Programas de control, manipulación, corrupción e ilusión impartidos por los sistemas educativo, político, científico y económico.
Ahora, hoy, en esta bisagra de la conciencia que vivimos, los que estamos aquí encarnados, requerimos de actualizar nuestro aparato psíquico también. Esa es la crisis de este momento y su solución es individual. Pregúntate: ¿Estoy dispuesto a confiar en mí mismo tanto que no requiera de que nadie me diga qué hacer, cómo hacerlo, estoy dispuesto a creer tan fuertemente en mí percepción que mi propia validación sea suficiente para clasificar la verdad y la falsedad, estoy tan seguro de mí mismo que pueda tomar elecciones sobre mi bienestar eligiendo con qué curarme y como cuidar mi cuerpo y mi mente, estoy tan dispuesto a sostenerme como individuo sano, total y completo que podré sostener mi realidad aún ante los achaques del juicio ajeno?
En el ámbito que se guste escarbar en el presente, tanto en las relaciones, en la coherencia interna, en los periódicos, en el micromundo y macromundo humano se debaten las fuerzas de Capricornio y de Acuario: una realidad generada y proyectada para el rebaño con sus ventajas y desventajas y la propuesta de Acuario invitándonos a vivir la libertad de las realidades.
Se trata de apagar la tecla del control y encender la tecla de la confianza.
Si hay una voz interna que dice: “¿Pero cómo confiar en lo desconocido? No saber me incomoda, me estresa, me desespera”, se puede reformular como: “Me abro a la posibilidad de que, aunque no sepa aún qué ni cómo, haya factores que intervengan en la realización de mi plan y me doy permiso a poder percibirlos y tomarlos a mi favor.”
La utilidad de lo desconocido también puede ser significada por cada uno y ese es el factor máximo de creación de realidad positiva. Ante la incógnita, ante el profundo misterio asignarle un valor positivo. ¿Por qué fundamento científico o ante qué evidencia empírica o para qué? Todo eso se responde con una sola frase: “Así yo elijo crear, de forma autoexistente, la realidad”. El motivo, el fundamento y el objetivo son sólo expresiones de la determinación interna basada en el bienestar, en la preservación de la propia energía y en la confianza total en uno mismo como parte y fragmento de creación divina, tan sagrado como la misma Madre Naturaleza y tan merecedor de belleza y milagros cotidianos como cada brote que nace de la Tierra, cada pimpollo que florece, único como memento de la eternidad que se vive un día a la vez.
Para ayudarnos a determinar al programa de control y sus escondrijos esbozo los fundamentos.
El control sigue un plan en el que cree fervientemente. Ese plan tan sólo considera lo conocido y enfoca toda su energía a completar cada una de las partes y sus fases en correcto orden tiempo y forma, apegado a la certeza matemática de que esa exacta ecuación tendrá ese exacto resultado. Ese vínculo con el resultado es, en mayor o menor medida, obsesivo.
En cambio la confianza, cree si bien establece un objetivo, desarrolla un plan a seguir que es flexible en cuanto tiempo componentes, relaciones y cantidades; y ese plan está abierto a ser modificado. Ante las incógnitas, misterios y puntos ciegos del plan desde una voz interna segura postula la posibilidad de que cada situación imprevista pueda ser utilizada a su favor. Gracias al desapego del resultado, se presenta la posibilidad de apreciar y de aprender de todos los resultados que se obtengan, valorando cada uno, e integrando este conocimiento obtenido como factor de acercamiento a la próxima meta. Al ser la confianza una predisposición interna de éxito, no se detiene ante el “no sé, no puedo, no tengo” ni el “no debo”, simplemente considera la armonía interna, es decir, al maestro corazón y desde allí valora si algo hace sentido o no de continuar. Eso es la cordura, en definitiva, mantener un camino donde el corazón guía. Se hace aquello que el corazón elige y quiere sostener. Sin sobreesfuerzo, sin tensión, sin relaciones contractuales, de forma genuina, auténtica y ligera, sin cargas culturales, ni sociales. Simple y sencillamente escuchar los pedidos del interior, confiando que ése es el plan a seguir hoy: confía en la voz de tu corazón.