¿Cuándo es el final de un camino de sanación?
Desde el dinero material hasta profunda quietud, pregunto, ¿cuánto dinero invierto en mi camino medicina?
Cada vez que uno se acerca a una ceremonia o una compra de un chocohongo o un pack de microdosis, también está presente la pregunta financiera: ¿cuánto dinero destino en medicinas sagradas? Antes de pasar a una respuesta, me gustaría expander la cuestión del dinero. ¿Cuánto dinero destino a entretenimiento o a comidas o a salidas sociales? y por sobre todo ¿qué me dejan estos usos del dinero? ¿son un gasto o una inversión? ¿con cuánta conciencia me involucro en mi flujo de dinero?
En cada ceremonia a la que asisto, me entrego con totalidad a la sanación y en apertura y humildad, permito que las Medicina, desbloquee en mí, cosas que de otro modo seguirían atorándome en mi camino, permito que mi ser y mi personaje se armonicen y sean cada vez más una unidad. Esto genera un estado de contento neutro y natural a la vez Esto es un bienestar sostenido que ningún consumo más trae a mi vida.
Habiendo revisado eso, cabe el planteo de ¿cuándo es suficiente de un camino de medicina, hasta dónde? Claro que la respuesta es personal, pero a modo general, nace intuitivamente la respuesta de que el límite es justamente la falta de límites internos. Frente a los llamados de revisión, la ausencia de roce, la ausencia de una voz egótica que está en alguna clase de descontento. En ese silencio interno, esa paz, puedo reconocer la armonía de existir, el flujo puro de la sucesión de presentes y alguien que en equilibrio de recibir y generar situaciones, se mantiene impasible proponiendo al universo y fluyendo tanto con resultados positivos como negativos y que se nutre de ambos. Ese estado sostenido en el tiempo, tal vez sea el límite de un camino de medicina, es decir, cuando uno se ha vuelto medicina en sí mismo.
Y aún en ese estado, tarde o tempra, energías egóticas pueden surgir. Y entonces, una nueva oportunidad de acercarse a la medicina, surge. Desde un lugar maduro, igualmente humilde, de estar ante seres de conciencia tremendamente más amplia que la propia y conectar con sabidurías aún más profundas que la propia conciencia pueda imaginar. Por eso, más que buscar un límite, yo podría determinar momentos en los que avanzar en el camino y momentos en los que integrar lo avanzado. Como las olas del mar que por momentos nos succionan y solo se trata de sostener la posición y en otro momento, nos impulsan hacia la costa, y es ahí el momento de avanzar. Un ritmo orgánico como sístole y diástole, como inhalar y exhalar, se trata de sentirse y actuar de forma acorde.
En el nivel mental todo esto se expresa en dialéctica. Un diálogo interno que sostiene que sí es momento o que no lo es, una anti-dialéctica que sostiene que eso no es cuestionable mas no aporta una dirección de acción. Y por debajo de estas tesis y antítesis, la verdad del espíritu que en su flujo, indica a través de la intuición, el ritmo exacto. En cada toma, sea ceremonial o recreativa o incluso microdosis, está implícita la posibilidad de trascendencia, de un click interno, de tocar fibras cada vez más profundas del ser. Y desde esa profundidad alcanzar niveles más y más estables de nosotros mismos.