Living in Shalaland
Frecuencias cotidianas en la sociedad de consumo
CIENCIA
El miedo en la sociedad occidental
Lo más probable es que hayas experimentado momentos de miedo en tu vida. Este sentimiento forma parte de la vida y además tiene una función: alerta de posibles peligros. Cuando el cuerpo experimenta miedo, se tensa y se pone alerta. De hecho, se prepara para luchar o huir, y esto ha sido la respuesta automática ante muchas situaciones a lo largo de la historia humana. Hoy, sin embargo, vivimos en un mundo cambiante pero carente de peligros fatales inminentes, en el que ya no tenemos que tener miedo a que nos aceche un animal salvaje u otra situación similar. Sin embargo, el cuerpo aprendió en su función de cuerpo a seguir enviando señales de peligro y un cerebro primario hace un mismo camino neuronal, lo que no diferencia sustancialmente a un humano civilizado del siglo XXI de un homínido en proceso de evolución. En una ciudad abarrotada, al presentar un examen importante o el peligro inminente ante la erupción de un volcán cercano, la reacción es la misma. La ansiedad constante es una respuesta automática a un entorno desconocido. Por ello, muchas personas han sido diagnosticadas con la etiqueta de 'trastornos de ansiedad'. Especialmente en la ciudad ajetreada, o en un trabajo o estudio en el que se pide mucho, un problema de ansiedad acecha rápidamente. Sin embargo, la etiqueta no soluciona el problema, aún peor lo encasilla en una condición que se considera crónica, quitando al individuo la posibilidad de trabajar sobre sí mismo y trascender sus limitaciones. Varios estudios realizados en individuos diversos demuestra que la psilocibina correctamente administrada crea nuevos caminos para estímulos similares, lo que proporciona posibles respuestas diferentes antes situaciones estresantes. Esto en otras palabras es el mecanismo de la evolución, que en gran medida la sociedad de consumo ha elegido, dejar de lado, y enfocar su intento en fabricar etiquetas para cada aspecto de la mente humana, su sombra y su desconexión con el espíritu. En la medida en que seamos capaces de responder con nuevas acciones a los viejos estímulos, evolucionaremos. Y evolucionando, iremos unificando el cuerpo y la mente a la esencia lumínica, que es definitiva, somos: espíritus experimentando la materia.