La voz interna
En el lindero entre sujeto y realidad se encuentra la delgada capa de diálogo interno desde la cual se crean las perspectivas y el discurso. Muchas veces lo que nos decimos compone los elementos de la realidad en mayor medida que la realidad misma. Tal vez esa dinámica sea aún más protagonista que los famosos traumas, eneatipos y definiciones astrológicas ya que se vive en la definición de ese discurso en cada presente y en cada proyección mental hacia lo pasado, lo posible y lo futuro.
Juan Casal
7/8/20233 min read
En el espacio lindero entre sujeto y realidad se encuentra la delgada capa de diálogo interno desde la cual se crean las perspectivas y el discurso. Muchas veces los diálogos internos construyen la realidad y se diferencian de la realidad objetiva. Y, en la actualidad abundan las terapias de autoconocimiento: canalizaciones, registros akáshicos, terapia cuántica, eneagrama de la personalidad, biodescodificación, fuentes genéticas, rastreos de ADN desde de los orígenes sanguíneos, numerología, distintos tipos de tarot, cuanta vertiente pueda imaginarse de herramientas que intentan ayudar a brotar al inconsciente para ser digerido por el lenguaje, pero prepondera el diálogo interno que vive en la definición de ese discurso en cada presente, en cada proyección mental hacia lo pasado y lo posible.
Y ¿qué de los componentes del diálogo interno?
En términos científicos se refiere al hablar de estos temas como neurolingüística (neuronas y lenguaje), algo material y observable; objetos en definitiva (algo típicamente occidental). En una versión más humanizada, en términos de la medicina transformativa, se puede hablar de `La voz interior` que se refiere a los axiomas que componen el diálogo sobre uno, sus componentes y sus valores. Y enfatizo axiomas ya que el que ciertas dadas oraciones compongan el diálogo interno es un fenómeno auto-determinado. Es decir, no es aleatorio, ya que existen en el diálogo interno como reflejo de los diálogos internos de los semejantes, pero sí es auto-determinado en el sentido que es cada usuario quien los valida.
Los verbos modales -deber, querer, soler, saber, creer, pensar y poder, además de necesitar y permitir- configuran la estructura básica de la voz interna y del mismo modo que las computadoras, son programados. Los verbos modales diagraman los límites de lo posible. De hecho lo posible es una variación de poder. De una manera silenciosa estos límites racionales van ordenando la psique de sociedades enteras dictando aquello a lo que (el amo, el sistema, el diagramador de diagramas) mande. Tal vez el verbo alemán dürfen, “lo que me es permitido” sea el que más resalta este aspecto.
¿Cómo transformar el diálogo interno?
Nombrar este aspecto, siendo el diálogo interno, una constante diaria que tiene definitivamente más repercusión en la emociones, pensamientos y realidades, que la genética heredada o alguna numerología new-age.
Se trata de primero identificar que hay una programación que se lleva a cabo por la cultura, la educación y los valores familiares. En este sentido, entrenar la autoescucha representa una valiosa herramienta para que broten con claridad estas formas de la voz interna y el tener un interlocutor, sea un diario personal (práctica del tipo de morning pages de “El camino del Artista”), un buen amigo o un terapeuta, son espejos de preciada ayuda.
En segundo término se trata de un proceso donde uno mismo invalida y descarta aquello que ya no sirve.
Luego se trata de auto-programar lo que se desee mediante la asignación de valores propios a todo componente de la gramática interna. Habiendo hecho un buen trabajo de identificación de patrones o de los componentes de la voz interna, puestos ante la luz de la conciencia. Algunos mecanismos de uso frecuente se pueden tomar de la química: disolución, sustitución y sublimación.
Es un proceso constante de reafirmación de la nueva programación basada en la completud, la abundancia, la libertad, el gozo, el placer, la paz y cuanto estado interno uno desee habitar y sostener. Se trata de transformar el andamiaje de diálogo interno hasta el punto en que su contenido se asemeje lo más posible a las condiciones en que el espíritu mismo piensa y actúa.
Por último se trata de ir soltando, de des-aprender el diálogo interno; ir practicando la simpleza de vivir cada vez con menos programas. Es una entrega al flujo de la vida conforme al espíritu, percibiendo la bendición cotidiana de la propia emanación como expresión completa de un silencio interno que en su vacío permite llenarse una y otra vez con sorpresa de la maravilla diaria, del presente como marco espaciotemporal mágico, donde un ser conectado tanto a la Tierra como al Cielo en flujo libre experimenta dicha una y otra vez.
Para apoyar esta transformación y reconectar con ese estado de plenitud, la microdosificación apoya tanto a nivel físico, regenerando neuronas y aumentando su interconectividad, como a nivel mental reorganizando la voz interna y su trama continua. En cuanto al aspecto espiritual, permite acceder a estados donde aún sin palabras, es posible reconocerse a uno mismo en ese estado de común-unidad con la vida, sin necesidad de plantearlo, sino sintiéndolo en el cuerpo. Y este registro, precisamente, es el que impulsa, en gran medida, a que desde lo racional pueda ser concebida una realidad brillante, ligera y mágica, donde la manifestación de los deseos está a una distancia cuya medida se da sólo en términos de energía. No se trata ya de la historia personal, ni de cuánto tiempo se tarde uno en llegar a algo, ni de cuánto dinero haga falta para este o aquel fin, sino solamente, cuánta energía se in-vierte en manifestarse una voz interna limpia y ordenada al deseo del espíritu.