Empatía energética vs fusión energética
Maduración vinculativa desde una perspectiva entegénica
Juan Casal
6/9/20232 min read


La convivencia es en sí un desafío ya que propone una dinámica en la que la zona de contacto limítrofe entre un ser y otro sea total. Una zona limítrofe trae consigo una negociación en la que las necesidades de ambas partes están en juego. A su vez, cada participante de la negociación tiene que atender las negociaciones internas, teniendo así dos frentes de atención abiertos de forma permanente.
Esto puede ser desgastante o incluso un factor de stress que en el tiempo puede rebalsar la capacidad de administrar la situación desde un lugar de paz.
Comprender la maduración de un vínculo es entregarse a vivirlo de formas diferentes. Por esto distinguir entre empatía y fusión energética es vital para la supervivencia del propio vínculo.
En una dinámica de fusión energética, las emociones de un participante se validan por el otro y se legan a experimentar en primera persona. Se comparten tanto alegrías como tristezas, logros y derrotas. También se puede entrar en una fase de yin-yang en la un componente hace contrapeso a las emociones del otro. Y si bien pareciera darse un equilibrio en la ecuación en general, los participantes descuidan las necesidades a atender con ellos mismos. En el largo plazo, esas necesidades exigen ser cubiertas y desgaste acumulado, aflora. Y la misma emoción que obró de contrapeso para generar la ecuación de equilibrio, se pasa de lado, y ejerce una fuerza de desequilibrio.
En una conexión empática la individualidad se conserva intacta. Cada individuo reconoce su tiempo-espacio y trabaja para tenerlo, tomando responsabilidad sobre sí mismo y declarando ese lugar como PROPRIO: "soy propietario de mi templo y de todo lo que lo compone en materia y energía, soy dueño de mi pensamiento, de mi palabra y de mis actos". Podría ser un lema que proclame este nivel auto-reconocimiento.
Al identificar la necesidad del otro, sólo queda aceptarla desvinculándola de la propia. Esto no implica acción ni reacción alguna en el otro participante. Se trata de un otro tan completo en su misterio, camino y desarrollo como uno mismo. Y desde esa aceptación de lo otro como algo indescifrable surge la posibilidad de amar incluso en procesos densos. Activando la capacidad de empatizar con el aquello que causa sufrimiento pero no tomándolo como propio. Aquí una posible definición de madurez vincular y se logra, como todo, practicando.
Trabajar en pro de una conexión empática con uno mismo, con el otro y con el territorio-comunidad, es sumar un ingrediente de gentileza y respeto al ámbito humano, en definitiva, a la sociedad, en la cual suele imperar el popularmente conocido inconsciente colectivo. La empatía energética es una posibilidad de evolución social basada en la acción de cada individuo. Este último aspecto es la huella dactilar de todo proceso de transformación de la nueva era: cada individuo es responsable de sí mismo en su totalidad. De esa toma de poder, contribuye al bienestar colectivo.